La periodista María Irazusta desgrana en el libro ‘Las 101 cagadas del español’ (Espasa), los fallos más comunes que empleamos al hablar o escribir en la lengua de Cervantes, en algunas ocasiones por la evolución que experimenta el lenguaje y en otras porque damos por buenas expresiones que poco tienen que ver con su significado real.
Algunos de estos fallos de ortografía están incluso generalizadas en los medios de comunicación, que las han popularizado de forma errónea. En otros casos, la costumbre de hablar mal acaba introduciendo en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua nuevos términos que comenzaron siendo vulgarismos y que terminan compartiendo páginas con las palabras más cultas. Aquí destacamos algunos de estos errores, tratados con humor por la escritora madrileña.
La evolución del lenguaje ha provocado que algunos términos cambien completamente su significado. Así, mientras que ‘álgido’ continúa significando frío pero está popularizándose como si tuviera relación con algo caliente, ‘lívido’ convive con dos significados, el del color amoratado de su origen y el extremadamente pálido con el que se ha ‘coloreado’ en la actualidad.
La cantidad de cosas que inventamos en nuestro lenguaje
Hay ‘cagadas’ (coloquialmente, acción que resulta de una torpeza) extendidas que resultan de una invención, como el empleo de preveer, verbo que en realidad no existe y con el que se mezcla prever y proveer.
Otros verbos se emplean con un significado completamente distinto al real, como la utilización de adolecer como sinónimo de carecer. En realidad, adolecer es padecer una enfermedad así que nos equivocamos su afirmamos que una persona adolece de simpatía.
El libro nos recuerda que es incorrecta la expresión ‘en base a’, muy generalizada, al explicar que algo tiene fundamento y la RAE recomienda para ello emplear ‘en función de’, ‘sobre la base de’, ‘a partir de’ o ‘de acuerdo con’.
‘Manda uebos’
Trillo popularizó en el Congreso la expresión ‘Manda huevos’, pero el significado que le damos está muy lejos del original. En realidad, no se trata de ‘huevos’ si no de uebos. La expresión proviene del latín mandat opus (la necesidad obliga), mantiene su significado, pero opus derivó en uebos.
Nunca digas «de este agua no beberé». Pero no lo digas de verdad, porque es incorrecto ya que el artículo demostrativo ‘este’ no es válido aunque esté socialmente aceptado y la expresión buena es «de esta agua no beberé».
Además de agua, podemos beber whisky, pero aunque nos resulte sorprendente nos sentará mejor si lo bebemos con diéresis y ‘g’ porque la Academia recomienda «güisqui».
Y de la bebida, a la comida. Porque la mala pronunciación de algunas palabras termina acuñando nuevos términos en el diccionario -como ‘asín’-. Prueba de ello es la almóndiga que ya recoge la RAE. ¿Nos comeremos pronto una cocreta?
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